De Miel y Furia

Hace ya unos años, cuando tenia 21, trabaje durante algun tiempo en la zapateria de ofertas "Los Guerrilleros". Era un lugar lleno de curiosidades. Para empezar el personal de a pie es por completo masculino. Jamas se contrato a una mujer que no fuera cajera. Esto a creado costumbres muy arraigadas en el tiempo. Cuando aguante los meses de prueba, mis compañeros,con el encargado de tienda a la cabeza, me confesaron el gran secreto que guardaban celosamente y que pasaba de antiguos a nuevos de forma periodica. Una de las partes mas importantes de mi trabajo seria, a partir de ahora, mantener la exacta disposicion de los espejos. La tienda es una gran superficie situada en la puerta del sol repleta de espejos. Espejos en columnas, espejos de pie, espejos de puerta e incluso algun espejo de suelo. Su correcta disposicion permitia, mediante complicadas combinaciones de reflejos y contra reflejos, ver la ropa interior de las chicas con falda sin demasiados esfuerzos y desde casi cualquier posicion. Solo habia que saber donde mirar.

Unos meses mas tarde, una señora requirio mis servicios para probarse diferentes modelos de zapato. Se trataba de una señora de unos 40 años muy bien cuidada y muy atractiva. Lucia una larga melena rubia, ojos azules, labios perfectos... se veia que tenia dinero y mucho tiempo libre. Vestia una ceñida chaqueta roja muy escotada con una falda amplia y roja hasta las rodillas. Se empeño en que yo la atendiera (dejando al encargado muy contrariado) y con una sonrisa me llevo hasta un rincon de la tienda donde los asientos estaban orientados a la pared. Despues del numerito de la eleccion, los contoneos y las sonrisas de complicidad casi me habria extrañado que llevara ropa interior. Asi pues, mientras, arrodillado a sus pies le acomodaba los zapatos, ella me obsequiaba con generosas vistas de su entrepierna rasurada. La seguridad de movimientos y frases que me dirigia dejaba muy claro que no era su primera vez. Despues de mucho poner y quitar zapatos, me pregunto "En esta tienda vais a comision, verdad?" La respondi positivamente, con lo que ella me sonrio y se dirigio a comprar 7 de los mas caros pares de zapatos de la tienda. Despues de pagar le pregunto, en voz exageradamente alta, que si por haber sido una clienta tan generosa la podian dejar utilizar el servicio de empleados para una urgente necesidad. Nunca olvidare la lujuria con la que me miro al dirigirse hacia los servicios del interior del almacen. Tampoco olvidare su mirada de furia tres cuartos de hora despues cuando, tras esperarme sin exito, decidio que ya no le gustaban los zapatos que habia comprado. Los devolvio todos, con el consiguiente disgusto de mi jefe...

Esa semana deje el trabajo.

Estaba perdiendo la fe en cualquier genero humano.